Durante mi práctica docente en la Telesecundaria, me enfrenté al desafío constante de la falta de recursos didácticos y tecnológicos. Sin embargo, en lugar de ver esto como una limitación, lo percibí como una oportunidad para poner en práctica mi creatividad y mi habilidad para diseñar recursos educativos innovadores.
Desde el principio, comprendí que la tecnología podría ser una herramienta poderosa para mejorar la calidad de la educación en el aula. Aunque los recursos tecnológicos eran escasos, me propuse encontrar formas creativas de integrar la tecnología en mis lecciones. Comencé diseñando objetos de aprendizaje simples pero efectivos, como presentaciones de diapositivas interactivas que complementaban mis explicaciones en clase.
A medida que incorporaba más tecnología en mi práctica docente, me di cuenta de que este proceso no solo beneficiaba a mis estudiantes, sino que también contribuía a mi crecimiento y desarrollo profesional. Cada nueva herramienta tecnológica que aprendía a utilizar ampliaba mi conjunto de habilidades y me convertía en una maestra más versátil y adaptable.
La falta de materiales y recursos didácticos representa un desafío significativo para los docentes en su labor educativa. Esta carencia obstaculiza la capacidad de los educadores para enriquecer el proceso de enseñanza y aprendizaje, así como para proporcionar experiencias educativas completas y efectivas a los estudiantes.
Según Díaz Barriga (2014), la ausencia de recursos adecuados puede limitar el potencial de los docentes para facilitar la comprensión y la participación de los estudiantes, lo que afecta directamente la calidad de la enseñanza impartida en el aula. Gimeno Sacristán (2015) sostiene que la falta de materiales y recursos didácticos puede dificultar la implementación efectiva del currículo, afectando así la calidad del proceso educativo.
Hernández Sampieri (2018) destaca cómo la falta de estos recursos puede dificultar la comprensión de los conceptos por parte de los estudiantes y limitar su capacidad para aplicar el conocimiento en diferentes contextos. Marzano (2017) señala que la ausencia de materiales y recursos didácticos adecuados puede afectar el desarrollo de habilidades cognitivas en los estudiantes, lo que repercute en su capacidad para resolver problemas y pensar críticamente.
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